¿Cómo comer sin ti, sin la piadosa
costumbre de tus alas
que refrescan el aire y renuevan la luz?
Sin ti, ni el pan ni el vino,
ni la vida, ni el hambre, ni el jugoso
color de la mañana
tienen ningún sentido ni para nada sirven.
Allá fuera está el mar,
allá fuera, en el mundo, estás tú.
Comiendo tú sin mí:
tu hambre, tu pan, tu vino y tu mañana.
Yo aquí, ante los manteles opacos
y la bebida amarga,
ante platos sin sabor ni colores.
Lo intento, sí, lo intento, pero cómo
comer sin ti, ni para qué...
Tú te has llevado tu olor a bosque
y el gusto de la vida.
Fuera están mar y aire.
Dentro, yo solo frente a la mesa puesta
que ha perdido su voz y su alegría.
ANTONIO GADA
Costillas adentro: Tombuctú de noche. En el balcón del insomnio, un solitario oficio de vomitar irracionalidad. Cabeza abajo: el rococó centesimal de mi saliva
lunes, 21 de marzo de 2011
martes, 15 de marzo de 2011
EN EL BOSQUE
Cada día una ráfaga me empuña procurando mi identikit.
Siempre traza el rumor
que llega a la espesura y sopla:
Soy mi desconocida.
Tal vez
tu mensajera sin memoria
o tu evasión
sopla el pájaro espejo
cancelándome.
Tan sólo sé
que el bosque errante de los hombres
es mi hogar.
AMELIA BIAGIONI
Siempre traza el rumor
que llega a la espesura y sopla:
Soy mi desconocida.
Tal vez
tu mensajera sin memoria
o tu evasión
sopla el pájaro espejo
cancelándome.
Tan sólo sé
que el bosque errante de los hombres
es mi hogar.
AMELIA BIAGIONI
LA FELICIDAD SIN TESTIGOS
Preparo mi aliento
la mesa indolente cambia de forma a la
intemperie
toma la apariencia de una mujer
de un cuchillo que busca mi pecho
de proyectos al rojo nocturno de los fracasos
vitrina de viaje incendiada al rozar los paisajes
secretos de la noche
a veces retumba un viejo día
aparece un hueso de nube
un insecto cerrando el paso a las montañas
una sonrisa helada
el tambor azul lejanía hecho de espumas
el camino inocente que asesina
Hierro de límites
la tierra con la negra armadura del olvido
aúlla en su jaula
con mirada de lobo de ruinas
belleza insegura inalcanzable
el relámpago ha empapado esos rostros
el lecho se pierde a través de las ciudades y del
follaje
No hay más llave que tu deseo el temblor de
rabia entre las piedras
el salvaje paraíso del sexo
con su polvo de fuego en busca de las almas
ninguna esperanza:
la puerta está rajada por la astronomía
el jardín es la risa de los muertos
ENRIQUE MOLINA
la mesa indolente cambia de forma a la
intemperie
de un cuchillo que busca mi pecho
de proyectos al rojo nocturno de los fracasos
vitrina de viaje incendiada al rozar los paisajes
secretos de la noche
a veces retumba un viejo día
aparece un hueso de nube
un insecto cerrando el paso a las montañas
una sonrisa helada
el tambor azul lejanía hecho de espumas
el camino inocente que asesina
Hierro de límites
la tierra con la negra armadura del olvido
aúlla en su jaula
con mirada de lobo de ruinas
belleza insegura inalcanzable
el relámpago ha empapado esos rostros
el lecho se pierde a través de las ciudades y del
follaje
No hay más llave que tu deseo el temblor de
rabia entre las piedras
el salvaje paraíso del sexo
con su polvo de fuego en busca de las almas
ninguna esperanza:
la puerta está rajada por la astronomía
el jardín es la risa de los muertos
ENRIQUE MOLINA
lunes, 7 de marzo de 2011
Ya basta!!!
No es azul ni turquesa tu recuerdo
sino todo el sol
el sol muriendo
y niños sin espalda llorando
lanzándose uno a uno
de blancas y anaranjadas nubes
_______________________________________________
Chofer: hasta Roma...
Las tiendas o los tendones
el bisturí sólo en presencia
el boleto que se aprieta en los dedos
La belleza de días fríos
Arrancarme la cabeza debería
quitar cada palabra
sino todo el sol
y niños sin espalda llorando
lanzándose uno a uno
de blancas y anaranjadas nubes
_______________________________________________
Chofer: hasta Roma...
Las tiendas o los tendones
el bisturí sólo en presencia
el boleto que se aprieta en los dedos
La belleza de días fríos
Arrancarme la cabeza debería
quitar cada palabra
En contra de mi nombre
Ejercicio de caer, de experimentación del vacío. Caer creyendo que vuelo. Ingenua forma de despegar los pies del suelo.
Resistencia al impulso de ir tras tu huella. Meticulosidad del abandono. Inferioridad de condiciones (quienquiera será más que yo). Mi espíritu es endeble. Una deformación de la voluntad que termina gritando al borde de los precipicios. No se alejarme de los golpes. Los gestiono como si de ello dependiera mi respiración. Luego, el golpe, me la corta, y vuelvo a caminar dormido, entumecido.
Que eficaz ha sido mi indiferencia para transformar tu inocencia en grito.
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